Hola a todas y todos.
¿Cómo estáis?
Antes de empezar me gustaría darle las gracias a la locomotora que es Pilar Jódar, por invitarme a participar en estas jornadas en las que tan bien acompañadas y acompañados estamos, por dramaturgas y asistentes.
Muchas gracias, Pilar por el trabajazo y enhorabuena por el resultado.
Muchas gracias también a Rocío Jódar, Carmen Mangas, Blanca Rivero, Pedro Cortés y María Fernández por su trabajo sobre mi obra.
Es un honor.
Le he dado muchas vueltas a qué compartir con vosotras y vosotros hoy.
Por un lado, he pensado en qué sería lo más interesante para vosotras y vosotros dentro de mi carrera profesional.
Por otro lado, en qué sería lo más práctico que podría compartir que tenga aplicaciones directas en vuestras aulas.
En tercer lugar, considerando el material que se iba a presentar hoy aquí, antes de mi intervención, he pensado que quizá os interesaría que os diera la perspectiva única que tuve desde detrás de las bambalinas, sobre lo que acabamos de ver. ¿Cómo lo escribí? ¿Por qué? ¿Cuándo se estrenó? ¿Cómo se recibió? ¿Qué impacto ha tenido?
Considerando esta tercera opción he releído las obras que acabamos de tratar y revisitado mi propio corpus en general.
Y me he sorprendido a mí misma.
Me gustaría recapacitar sobre ello un momento y compartirlo con vosotras y vosotros.
Os explico lo que me ha sorprendido…
En 1996 escribí mi primera obra dramática.
La obra se titula “No quiero molestar a nadie”, es un acercamiento a las personas sin hogar que mendigan en el metro de Madrid. La protagonista es una mujer, madre de una niña de 4 años.
Pero el foco no está en las razones que hacen que una mujer se encuentre sola en esa circunstancia.
La obra no tiene una perspectiva de género en absoluto y la maternidad de la protagonista no se recoge más que en una frase por la que pasa en una retahíla que recita monótonamente, una y otra vez, a los pasajeros de cada vagón.
En 1998 escribí y me publicaron “Cuadro de sábanas”.
Dos amigas hacen una cama en la que una de ellas acaba de dormir con un hombre casado. A pesar de lo que pueda parecer, el texto tiene cero perspectiva de género. Los temas centrales de esta obra son las relaciones de pareja y la fidelidad.
En “VITRO” en el año 2000, escribí uno de los personajes femeninos más fuertes e independientes que os podáis imaginar: Martina Bergström.
Bergström es una palabra compuesta cuya raíz es literalmente “montaña”. Así de fuerte quise hacer a Martina.
Pero pesar de lo fuerte e independiente que es, tampoco representa ni participa en una lucha social contra las estructuras establecidas.
Martina, es la única mujer en un reparto de seis personajes, y lucha sola contra todos los hombres que se encuentra por delante. Sola.
En estas tres primeras obras mis protagonistas son mujeres.
Cuando salgo al mundo profesional, después de estudiar cuatro años en la universidad, en las siguientes ocho obras que escribo, mis protagonistas, sin yo decidirlo conscientemente, son todos hombres. Ocho obras.
Creo que ahora es un buen momento para definir la misoginia internalizada: La misoginia internalizada es la internalización involuntaria de los mensajes sexistas presentes en nuestra sociedad y cultura.
Después de estudiar a todos los grandes hombres del teatro universal con sus grandes hombres protagonistas y sus grandes hombres directores, escribí ocho obras por ellos, sobre ellos y para ellos.
Seis años tardé en poder escribir otra protagonista femenina. Erika Adler.
Estamos ya en 2006.
“La ascensión y caída de Erika Adler” es una obra en formato de falso documental, en la que Erika Adler es el único personaje ficticio en un reparto de figuras históricas. Y otra vez Erika, una mujer sola, lucha sola contra todos los hombres de su vida.
Saltemos hasta 2013, han pasado siete años más en los que he escrito y montado 5 textos nuevos.
Ha empezado mi proyección internacional.
Ya he estrenado tres veces en Nueva York, donde me invitan a ser miembro de The League of Professional Theatre Women y de otras asociaciones internacionales, estoy cómoda en mi carrera y feliz en mi vida personal.
Y en ese momento, cuando empiezo a conocer y a admirar mujeres en la cima de su carrera, y que se ayudan las unas a las otras, leo un artículo de Geena Davis[1], actriz y fundadora del instituto para la igualdad de género en Hollywood.
Lo que más me llama la atención del artículo es una estadística que dice que en las escenas en las que aparecen masas o grupos de personas en películas solo el 17% de esos grupos está formado por mujeres, en vez del 50.52% que sería lo representativo de la realidad.
Pero el artículo no se queda ahí, en él, Geena da dos consejos para escritoras y escritores, y con esos consejos deja caer la gota que colma el vaso que reorienta mi carrera dramática.
Geena dice:
Primer consejo: Revisa los proyectos en los que ya estás trabajando y cambia algunos de los nombres de los personajes por nombres de mujeres. De un solo golpe, has creado algunos personajes femeninos coloridos y no estereotipados que podrían resultar aún más interesantes ahora que han tenido un cambio de género. ¿Qué pasa si el fontanero, el piloto o el arquitecto es una mujer? ¿Y si el taxista o el político intrigante es una mujer? ¿Qué pasa si los dos agentes de policía que llegan a la escena son mujeres, y no significa nada?
El segundo consejo es: Al describir las escenas en las que aparece una multitud, escribe en el texto: “Se reúne una multitud, de la que la mitad son mujeres”. Puede parecer extraño, pero os prometo que, de una forma u otra, si no lo escribes en el texto, en el set ese día la multitud resultará ser solo un 17 por ciento de mujeres. Increíble pero cierto.
Lo que Geena me descubre con sus consejos son dos cosas: Mi poder y mi responsabilidad.
Si yo lo escribo, pasa.
¿Cómo no lo voy a escribir?
Y en este momento porque busco otras cosas encuentro el proyecto “365 Mujeres al Año”.
Y mi poder y mi responsabilidad se convierten en mi misión.
Así vienen:
En 2015: “Nefertiti y PIII”. Sobre los abusos de poder en el entorno laboral y la sumisión al patriarcado.
En 2016: Fundar La Liga de las Mujeres Profesionales del Teatro en España
y “Breakfast at Daddy’s”, sobre los derechos reproductivos, el aborto y la relación paterno filial.
En 2017: “LIL’ Bird”, rompiendo estereotipos físicos.
y “The Mind-Boggling Shrinking Woman” sobre la violencia obstétrica y la ansiedad postparto.
En 2018: “LIL’ Bird 2”, sobre la relación materno filial, rompiendo estereotipos de género.
En 2020: “Goodbye Mother”, sobre la violencia doméstica y el sistema de apoyo que la sustenta.
En 2021: “Childbirth-19” sobre el racismo sistémico, la maternidad, la opresión y la violencia obstétrica.
y mi versión de “La vida es sueño”, que se estrena el mes que viene en Nueva York, sobre la violación, el patriarcado, el poder, las emociones, la opresión, el abuso, la sumisión y el sexismo, el discurso del odio…
Por fin aparecen en mi obra, no sólo mujeres protagonistas con un espectro más amplio sino también personajes de otras etnias.
Poder y responsabilidad traducidos a la página y al escenario.
Esto es el Teatro de la Agencia.
Hemos llegado al título de mi presentación. ¿Os acordáis? “El teatro de la Agencia y su aplicación en el aula?”
¿Pero qué es la Agencia[2]?
En el ámbito de la filosofía y la sociología, se denomina “Agencia” a la capacidad que posee una persona para actuar independientemente en el mundo y tomar, con libertad, sus propias decisiones.
Por el contrario, la “estructura” son aquellos factores de influencia, como clase social, religión, género, etnia, capacidad, costumbres, etc., que determinan o limitan a los agentes y sus decisiones.
¿Y qué características tiene el “Teatro de la Agencia”?
Varias. Por ejemplo:
Las líneas que separan personajes y actores no están definidas en todo momento.
A veces, la audiencia no sabe si el cuerpo que se dirige a ellos es una persona real o un personaje.
Es común que los actores entren y salgan del personaje a lo largo de la obra y que la cuarta pared se rompa constantemente.
Es un teatro posmoderno en el sentido de que puede haber una historia, o varias, pero no importa y hasta se puede dejar inconclusa.
¿Es esto una característica de una dramaturgia más femenina?
Quizá, porque lo que importa no es “el viaje del héroe”, son las consecuencias emocionales en los personajes o personas en escena y el arco que va desde la opresión a la reclamación de su agencia y su poder.
En este tipo de teatro la verdad es cruda, abierta, honesta, hay fuerza en la vulnerabilidad.
Hay rabia contra la sociedad.
Hay una sensación de campo de batalla, de guerra.
El mayor conflicto.
La urgencia más imperiosa.
Es un teatro que también se preocupa por los sentimientos de la audiencia abiertamente.
Es un teatro sobre sanación e inclusión, que por extensión al viaje de los personajes o directamente interpelando y estableciendo una relación con el público, también otorga agencia y poder a personas, grupos y comunidades oprimidas.
Esas son las principales características de lo que llamamos el “Teatro de la Agencia”. Los ejemplos son múltiples y cada vez se ven más obras que se adecuan a este criterio en los escenarios del mundo. No es sólo el teatro de Beatriz Cabur el que reclama su poder. Es una ola global.
Acordémonos ahora de lo que hablábamos el jueves pasado sobre como hoy las autoras que estamos aquí compartimos esa sororidad, como se nos percibe juntas, guerreras en esa lucha común cuyo fin es liberarnos de la opresión y las dificultades con las que nos siembran el camino.
¿Pero cuál es el primer obstáculo con el que nos enfrentamos en la lucha?
Lo hemos visto.
Acordaros de mis personajes.
Solas.
Todas.
El primer obstáculo es percibirse sola.
15 años de escritura profesional me costó darme cuenta de que no lo están. De que no lo estamos.
Es parte de la lucha darse cuenta de que no lo estamos, de que tenemos un enemigo común y somos aliadas.
Es parte de la lucha darse cuenta de que si gana otra también estoy ganando yo y que desbrozar el camino, por muchísimo que cueste, merece la pena porque deja el camino un poco más desbrozado para la siguiente.
Y para nuestras y nuestros adolescentes, creo que nuestro trabajo es enseñarles su poder y su responsabilidad. Descubrirlos será su fortaleza.
No podemos descartar el efecto que tuvo pasar por la universidad en mi obra sin recapacitar en ello.
Tomemos nota.
Revisemos los contenidos que impartimos en las aulas. El efecto de ese contenido en las alumnas y en los alumnos es inmediato.
Es nuestro poder y nuestra responsabilidad abrir puertas no cerrar posibilidades.
Gracias.
Beatriz Cabur
21 de septiembre de 2021
[1] https://www.hollywoodreporter.com/news/general-news/geena-davis-two-easy-steps-664573/
[2] https://en.wikipedia.org/wiki/Agency_(sociology)